Con un participación del 57,97 por ciento, los ciudadanos catalanes eligieron a sus representantes en el Parlamento, que quedará distribuido de la siguiente manera: el PSC, 42 diputados; Junts per Catalunya (JxCat), 35; ERC, 20; el Partido Popular (PP), 15; Vox, 11; Comuns Sumar, seis; la Candidatura de Unidad Popular (CUP), cuatro; y la extrema derecha separatista de Alianza Catalana, que participaba por primera vez en elecciones de este tipo, logró dos diputados.
Con estos resultados, el llamado bloque independentista sumó 61 diputados, muy lejos de la mayoría absoluta, lo que confirma que el llamado “proceso” de secesión del Estado español pierde fuelle entre la sociedad catalana, que ha preferido dar un giro hacia el autonomismo, que es la piedra angular del proyecto del PSC. La caída de los partidos independentistas se enfatizó sobre todo en las dos fuerzas de izquierda, ERC, que perdió en cuatro años hasta 13 escaños, al pasar de 33 a 20, en un periodo además en el que gobernó por primera vez la región desde la presidencia de la Generalitat. También sufrió una debacle electoral la CUP, una fuerza anticapitalista y de izquierda, que perdió cinco escaños y pasó de nueve a cuatro, con respecto a los comicios del 2021. Al mismo tiempo, la derecha nacionalista ganó adeptos, una vez que JxCat pasó de 33 a 35 e irrumpió con fuerza la extrema derecha de Alianza Catalana, que debuta en el Parlamento con dos diputados.
En resumen, el bloque independentista obtuvo 61 escaños, alrededor de un millón 400 mil votos, lo que supone un 43 por ciento de las preferencias electorales. Frente al otro bloque, que aunque de tendencias muy diversas, tienen en común que no son partidarios de la separación del Estado español y que sumó hasta 74 diputados, representa a cerca de un millón 700 mil votantes y al 57 por ciento de la ciudadanía.
El gran triunfador de la noche, el socialista Salvador Illa aseguró ante sus partidarios que “los catalanes han decidido abrir una nueva etapa, seguramente por las políticas seguidas por el gobierno de España y por su presidente Pedro Sánchez. Esta nueva etapa de los catalanes será una etapa para todos, piensen lo que piensen, hablen la lengua que hablen y vengan de donde vengan. Ningún catalán quedará fuera de esta etapa que ahora abrimos”. Además se comprometió a liderar las negociaciones para formar gobierno.
El candidato de ERC y hasta ahora presidente de Cataluña, Pere Aragonés, reconoció su derrota y anunció que su formación trabajará por el país “desde la oposición”, con lo que aparentemente cerró la posibilidad de sumarse a un gobierno tripartido con el PSC.
Mientras que desde el sur de Francia, donde hizo la mayor parte de la campaña, el ex presidente Puigdemont celebró que hayan crecido en votos y escaños, al tiempo que felicitó al ganador de la contienda, el PSC, además de reconocer que “somos los únicos independentistas que ha crecido en votos y escaños. Asumimos la responsabilidad que representa, pero no ha sido suficiente para ganar las elecciones, y compensar la caída de votos de las otras formaciones independentistas”.Y advirtió que “una parte del electorado independentista continua sin mobilizarse y en la abstención. Toca analizar los efectos de la desunión y de la falta de proyecto compartido. Un gobierno tripartito como hay ahora en estos momentos continua siendo una mala opción para el país, para el gobierno de Cataluña, y menos liderada por un partido que ya ha demostrado la incapacidad de hacer un buen gobierno”, en alusión a ERC.
La nueva figura de la extrema derecha independentista, Silvia Orriols, dijo por su parte en un acto en el que vetó la entrada a los medios de comunicación, que “como hemos dicho siempre, condicionamos nuestro apoyo a los independentistas y hacer trámites para llegar a un acuerdo de estado. Nosotros actuaremos como hemos dicho siempre. luchando por eso que hemos dicho y que hemos apoyado. No felicitaré a presidentes imperialistas”, en alusión al líder del PSC.