El estudio The Expansion and Diversification of Mexican Cartels: Dynamic New Actors and Markets (La expansión y diversificación de los cárteles mexicanos: nuevos actores y mercados dinámicos) subraya la evolución de los cárteles mexicanos como actores globales en el crimen organizado y los desafíos que representan para la estabilidad regional e internacional.
De acuerdo con el IISS, el CJNG ha emergido como un actor global en el crimen organizado, que opera en todos los continentes excepto en la Antártida y ha ampliado sus actividades a mercados como el tráfico de metanfetaminas, fentanilo y oro ilícito, además de colaborar con organizaciones como la ’Ndrangheta italiana y el Primer Comando de la Capital (PCC) de Brasil.
Su estrategia incluye el control de puertos clave y rutas de tráfico en Latinoamérica, Europa y Asia, utilizando métodos violentos y recursos militares avanzados.
En Ecuador, el CJNG mantiene una alianza con Los Lobos, una de las pandillas más poderosas del país, lo que le permite dominar rutas de contrabando y extorsión. Esta alianza refleja un cambio significativo en las dinámicas delictivas, pues el país andino ha experimentado un incremento del 800% en su tasa de homicidios en cinco años, convirtiéndose en el país más violento de la región.
En lo que toca al Cártel de Sinaloa, aunque más tradicional, ha establecido relaciones estrechas con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Venezuela, lo que le garantiza acceso a zonas estratégicas para la producción de cocaína. Sin embargo, su alcance global y capacidad de diversificación son limitados en comparación con el CJNG.
El informe resalta el crecimiento del mercado de drogas sintéticas, que ahora rivaliza con la cocaína en importancia económica. Sustancias como el fentanilo y la metanfetamina ofrecen ventajas logísticas y económicas para los cárteles, lo que ha llevado a un aumento en la producción y distribución. La DEA señala al CJNG y al Cártel de Sinaloa como responsables de la epidemia de fentanilo en Estados Unidos.
El IISS concluye que la falta de respuestas estatales efectivas y el crecimiento de mercados ilícitos diversificados seguirán fortaleciendo a estas organizaciones. Países como Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay corren el riesgo de seguir la trayectoria de Ecuador si no fortalecen sus marcos legales y capacidades de seguridad.