“Los incumplimientos están llegando”, vaticinó recientemente en una nota editorial la revista The Economist, que apunta que el endurecimiento de la política de la Reserva Federal de EE.UU. ha desplomado las cotizaciones de numerosas compañías estadounidenses y multinacionales. Una subida de las tasas de interés puede ayudar a superar la inflación, pero ¿qué pérdidas pude sufrir la economía?
Según el análisis del medio, el peor dolor se siente cuando las instituciones financieras fallan y hay dos maneras de llegar a ese punto: falta de liquidez e insolvencia. Es probable que una política monetaria más rígida provoque o revele ambos problemas: el primero de ellos ya es una realidad y ha afectado a los fondos de pensiones británicos.
Además, están en riesgo los fondos de bonos abiertos, que han acumulado activos por valor de 41 billones de dólares a nivel mundial. Se trata de una cuarta parte de todos los activos financieros fuera del sistema bancario. La turbulencia relacionada se observa también en el mercado de valores, donde las acciones incluidas en el índice estadounidense Wilshire 5000 han perdido 12.000 millones de su capitalización de mercado en lo que va de año.
Los analistas de The Economist estiman que son las “empresas en general las que parecen estar más expuestas” al riesgo de enfrentar problemas, por lo menos en referencia al mercado estadounidense. Su conjunto se ha endeudado por un valor equivalente al 80 % del PIB de EE.UU., en comparación con el 65 % en 2007. La tercera parte de la deuda corporativa en el país tiene la calificación de grado de inversión más baja, la BBB.
De los recientes casos de insolvencia, el medio destaca uno: de la multinacional canadiense Bausch Health, del sector farmacéutico, que “dio el último aliento el 30 de septiembre y llevó la tasa de incumplimiento para los emisores [de bonos] de alto rendimiento a su nivel más alto desde junio de 2020”.
Las firmas financieras que han crecido mucho en los últimos 15 años “son el primer lugar” para buscar los malos activos capaces de socavar la estabilidad económica, señalan los editores de la revista. A esta categoría corresponden el capital privado, los bienes raíces y los fondos de cobertura, que han pasado de representar solo el 8 % de los activos financieros totales en 2006 al 15 % en la actualidad.
Al mismo tiempo, las instituciones más importantes del sistema financiero se ven en una condición mucho mejor, porque cuentan con “capas de protección” después de la crisis financiera de 2008 y, en particular, tras el desplome de Lehman Brothers. Dadas las reformas emprendidas desde entonces, “parece poco probable que haya fallas en instituciones que son tan grandes e importantes como para que los gobiernos tengan que rescatarlas”, sugiere el análisis.
El artículo también pronostica que los bancos que aceptaron en abril financiar la compra de Twitter por Elon Musk tendrán dificultades en realizar la operación sin sufrir pérdidas, porque “hay poco o ningún apetito por la nueva deuda de alto rendimiento” entre los inversores.
The Economist recuerda los comentarios de inversionista Michael Burry, quien saltó a la fama en 2008 por predecir la crisis hipotecaria. Esta vez la principal preocupación para Burry es la financiación del consumo sin garantías, la disponibilidad sin límites del servicio “compre ahora y pague después” y las tarjetas de crédito. Él cita el ejemplo del banco Goldman Sachs, que tuvo en los últimos seis meses una tasa de incumplimiento inusualmente alta del 3 %.
Por su parte, Betsy Graseck, especialista de Morgan Stanley, consideró probable que los problemas lleguen primero a los préstamos con tasas de interés flexibles, que cambian rápidamente de valor acorde a la coyuntura, y también a los sectores inmobiliario, automotriz y, eventualmente, a las hipotecas.
Entre otros riesgos, figura la posible “destrucción de la demanda” en el mercado bursátil. En cierto momento, tanto compradores como vendedores podrían retirarse en masa del mercado, advierten los expertos.