La probabilidad de las olas de calor en el continente antártico se multiplicó por diez desde el período 1950-1984, según un estudio de científicos del Grupo Antártico de la Agencia Estatal española de Meteorología (Aemet), la Universidad española de Barcelona, el Instituto español de Geociencias del CSIC y la Universidad de Lisboa.
El trabajo, que publica la revista ‘Communications Earth & Environment‘, del grupo Nature, analizó las más intensas olas de calor registradas en la península antártica desde que existen datos, entre ellas la de febrero de 2020.
El estudio confirma, por primera vez, que el cambio climático es capaz de amplificar una ola de calor en el continente antártico y concreta que la probabilidad de experimentar una ola de calor similar a la registrada en 2020 aumentó diez veces desde el período 1950-1984, en gran medida como resultado del cambio climático.
En el Antártico, el mes de febrero de 2020 fue normalmente cálido en la península antártica, donde hubo una ola de calor que se produjo entre los días 6 y 11, una de las más intensas de las registradas en la región, donde se midieron anomalías de la temperatura media de + 4.5 ºC y dejó un récord de temperatura en la península el 6 de febrero de 2020, con un registro de 18.3 °C en la base Esperanza.
Para cuantificar el papel del cambio climático en la magnitud de esta oleada de calor regional de seis días, los investigadores estudiaron hechos similares que hubieran sucedido en períodos pasados (1950-1984) y recientes (1985-2019).
Los resultados mostraron que oleadas de calor similares a las de 2020 en la península antártica son ahora al menos aproximadamente 0.4 °C más cálidas que en el período anterior, lo que representa un aumento del 25 por ciento en la intensidad.
Asimismo, observaron que la probabilidad de experimentar anomalías medias regionales de seis días por encima de unos 2 °C ha aumentado diez veces desde el período 1950-1984.
Los cambios en la circulación atmosférica experimentados recientemente en la zona no son capaces de explicar el aumento de temperatura durante este fenómeno y, por eso, el estudio atribuye responsabilidades a factores antropogénicos, es decir, al cambio climático.