Las próximas elecciones de medio mandato en Estados Unidos serán las primeras en la historia con candidatos LGBTQ en los 50 estados del país y Washington D.C., una muestra de cómo esa comunidad se ha convertido en una fuerza electoral cada vez más poderosa.
Este hito se produce en medio de un surgimiento de votantes gay y transgénero que según, los analistas, podrían redibujar el mapa electoral durante la próxima generación, llevando al núcleo conservador a moverse en una dirección más liberal.
Un nuevo informe del Fondo Victoria LGBTQ encontró que de los mil 065 candidatos LGBTQ que aspiraron en las primarias con miras a las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre, 678 ganaron la postulación, un aumento de 18 por ciento respecto a 2020.
“Los votantes están hartos de los ataques despiadados contra la comunidad LGBTQ este año”, dice Annise Parker, exalcaldesa de Houston y quien dirige el Fondo Victoria.
“Los fanáticos quieren que nos quedemos en casa y callados, pero sus ataques producen el efecto contrario y en cambio han motivado a una nueva ola de líderes LGBTQ que se presentan a cargos electivos”.
Casi el 90 por ciento de los candidatos LGBTQ que entraron en la contienda de las primarias son demócratas, como Maura Healey y Tina Kotek, quienes buscan convertirse en las primeras gobernadoras lesbianas en Massachusetts y Oregón, respectivamente.
Ataques despiadados
Healey lidera cómodamente la campaña, pero Kotek se mantiene justo detrás de su rival en una apretada carrera de pronóstico reservado.
En Vermont, la candidata a la Cámara de representantes Becca Balint podría convertirse en la primera lesbiana que ese estado en llegar al Congreso.
Mary Louise Adams, autora galardonada y académica especializada en asuntos LGBTQ, saluda el progresivo impulso que asegura a los miembros de la comunidad “no solo presencia sino visibilidad y voz” en la vida pública.
“Como votante, me interesaría aún más saber cuáles son las plataformas generales de los candidatos y qué estrategias proponen para fortalecer y apoyar a las comunidades marginadas de todo tipo”, dice la profesora de la Universidad de Queen, en Canadá.
El número de candidaturas LGBTQ fue aclamado como un progreso significativo para un año en el que legisladores estatales propusieron un récord de más de 340 leyes anti LGBTQ, según Human Rights Campaign (HRC), el grupo a favor de los derechos gay más grande del país.
Buena parte de la legislación apunta a prohibir que niños transgénero participen en categorías deportivas con su género declarado o a evitar que se hagan presentaciones escolares que involucren números drag.
“Este año se aprobó en Alabama el paquete legislativo más antitransgénero de la historia y es alarmante como crecen los ataques a los jóvenes”, dice Cathryn Oakley, directora del estado en HRC para temas legislativos.
“También habla de la desesperación de nuestros oponentes. La opinión pública se ha movido tanto en la dirección de la igualdad que se han visto obligados a tratar de que la gente le tema a los niños”.
Un momento singular
El impulso de leyes represivas hacia esta comunidad se ha extendido desde la base hasta el mismo Congreso, donde los republicanos de la Cámara baja, proponen prohibiciones a que se hable públicamente de la identidad de género y la orientación sexual.
La controvertida ley de Florida “No digas gay” prohíbe que se dicten clases sobre esos temas desde el jardín de infantes hasta el tercer grado.
Pero el proyecto de ley federal va más allá, frenando tal discusión en eventos y en la literatura dentro de cualquier edificio del gobierno.
Los estadounidenses LGBTQ están listos para convertirse en el bloque de votantes de más rápido crecimiento, según HRC, a una “escala, alcance y velocidad que reconfigurará de manera fundamental el mapa electoral de Estados Unidos”.
En este momento, la comunidad representa a uno de cada 10 votantes, aunque se espera que la cifra aumente a uno de cada siete para el final de la década, estima este grupo de cabildeo en un informe publicado en octubre junto con la Universidad Estatal de Bowling Green, en Ohio.
“Momentos históricos como este pueden ser una señal de que la gente se siente más cómoda con líderes LGBTQ en cargos políticos donde toman decisiones en nombre del público”, dice Julia Himberg, autora de The New Gay for Pay: The Sexual Politics of American Television Production.
“Momentos como este pueden incluso contribuir a un cambio social e institucional mayor”.
La profesora, que enseña cine y análisis de medios en la Universidad Estatal de Arizona, advierte sin embargo que no hay que sacar conclusiones generales de una sola elección.
“Los cambios sistémicos toman tiempo e intención. Así que debemos ser precavidos con las grandes proclamaciones”, dijo.
“Este ciclo electoral es esencial, pero es también un momento singular que de hecho podría no ir más allá”