Cuando el presidente Joe Biden habla sobre el “azote” de la violencia con armas de fuego, su respuesta habitual se centra en las llamadas armas de asalto.
Estados Unidos lo ha escuchado cientos de veces, incluso esta semana después de tiroteos en Colorado y Virginia: el presidente quiere aprobar una ley para prohibir armas de fuego de alto poder que tienen la capacidad de matar a muchas personas muy rápidamente.
“La idea de que todavía permitamos la compra de armas semiautomáticas es simplemente enfermiza”, dijo Biden el Día de Acción de Gracias. “Voy a intentar hacer desaparecer las armas de asalto”.
Después de la matanza del sábado pasado en un club nocturno gay en Colorado Springs, el Presidente dijo en un comunicado: “¿Cuándo decidimos que ya basta?… Tenemos que imponer una prohibición a las armas de asalto para sacar las armas de guerra de las calles de EU”.
Cuando Biden y otros legisladores hablan sobre las “armas de asalto”, usan un término que no describe con exactitud un grupo de armas de alto poder o fusiles largos semiautomáticos, como un AR-15, que puede disparar 30 proyectiles rápidamente y sin recargar. En comparación, agentes del Departamento de Policía de Nueva York portan un arma corta que dispara aproximadamente la mitad de eso.