La Organización Mundial de la Salud (OMS) recordó que hace un año, el 26 de noviembre de 2021, se declaró ómicron como nueva variante de interés, y advirtió de la necesidad de seguir realizando pruebas de Covid-19 a día de hoy, ya que “están disminuyendo a nivel mundial”.
“Ómicron cambiaría la trayectoria de la pandemia de Covid-19”, destacó la OMS. Tal y como han rememorado, los científicos de Botsuana, Hong Kong y Sudáfrica compartieron rápidamente las nuevas pruebas y las debatieron en una reunión especial del Grupo Asesor Técnico sobre la Evolución del Virus (TAG-VE) de la OMS.
Los expertos presentes en la reunión se preocuparon por el gran número de mutaciones presentes en esta variante, que difería en gran medida de las otras variantes que se habían detectado hasta entonces. Los primeros datos mostraban la rápida propagación de Ómicron en algunas provincias de Sudáfrica y un mayor riesgo de reinfección en comparación con las variantes que circulaban anteriormente.
Apenas unas horas después, la OMS declaró esta nueva variante como preocupante. “Estábamos ante algo nuevo, algo diferente, y ante lo que el mundo debía prepararse rápidamente. La directora técnica de Covid-19 de la OMS, la doctora Maria Van Kerkhove, grabó un vídeo en el que anuncia la clasificación de Ómicron como variante preocupante. “En cuanto se clasificó la variante, el personal se apresuró a informar y preparar a las oficinas de la OMS en todo el mundo antes de que la noticia se hiciera pública”, rememoran desde el organismo sanitario de las Naciones Unidas.
Rápidamente se identificó que ómicron era significativamente más transmisible que Delta, la variante anterior que preocupaba. En el plazo de 4 semanas, a medida que la ola de Ómicron recorría el mundo, sustituía a Delta como variante dominante.
Los países que hasta entonces habían logrado mantener a raya la Covid-19 mediante medidas sociales y de salud pública se encontraron ahora con dificultades. “En el caso de los individuos, el mayor precio lo pagaron quienes corrían el riesgo de contraer una enfermedad grave pero no estaban vacunados, y vimos cómo aumentaban las hospitalizaciones y las muertes en varios lugares del mundo”, comentan.
Aunque ómicron fue menos grave en comparación con Delta, todavía hubo un número significativo de muertes. Así las cosas, en marzo de 2022, la OMS y sus socios estimaron que casi el 90 por ciento de la población mundial tenía anticuerpos contra la Covid-19, ya sea por vacunación o por infección.
Sin embargo, en general, esta nueva variante causaba una enfermedad menos grave que la media de delta. Los científicos se esforzaron por comprender por qué era así. Probablemente influyeron varios factores. Por ejemplo, el virus se replicaba de forma más eficaz en las vías respiratorias superiores, y la inmunidad de la población había aumentado de forma constante en todo el mundo gracias a la vacunación y las infecciones.
Aunque las vacunas redujeron el impacto de ómicron, ellas mismas se vieron afectadas: los estudios han demostrado que la eficacia de las vacunas contra la infección, la enfermedad, la hospitalización y la muerte disminuyó (aunque a ritmos diferentes) con el tiempo. Sin embargo, la protección contra la hospitalización y la muerte se ha mantenido alta, evitando la muerte de millones de personas.
Desde la aparición de Ómicron, el virus ha seguido evolucionando. Hoy en día, hay más de 500 sublinajes de esta variante circulando, pero ninguno ha sido designado como una nueva variante preocupante.
Hasta ahora, estos sublinajes de ómicron tienen mucho en común: todos son altamente transmisibles, se replican en el tracto respiratorio superior y tienden a causar una enfermedad menos grave en comparación con las anteriores variantes preocupantes, y todos tienen mutaciones que les hacen escapar de la inmunidad acumulada más fácilmente. Esto significa que son similares en cuanto a su impacto en la salud pública, y la respuesta que se necesita para hacerles frente.
Si el virus cambiara significativamente -como si una nueva variante causara una enfermedad más grave, o si las vacunas dejaran de prevenir la enfermedad grave y la muerte- el mundo tendría que reconsiderar su respuesta.
La OMS, junto con los científicos y los profesionales de la salud pública de todo el mundo, sigue vigilando las variantes circulantes en busca de signos de la próxima variante preocupante. Sin embargo, advierten de cierta “desconfianza”, ya que las pruebas y la secuenciación “están disminuyendo a nivel mundial” y las secuencias que están disponibles no son representativas a nivel mundial (la mayoría de las secuencias son compartidas de los países de altos ingresos).