Gina Romand, actriz cubana que fue parte del cine mexicano durante la Época de Oro, falleció esta mañana a los 84 años de edad, luego de permanecer varios días en el hospital por complicaciones de neumonía.
Gabriel Varela, hijo de la primera actriz, fue quien confirmó la noticia a través de la cuenta de Twitter de Romand. Ahí compartió también un emotivo mensaje para su madre.
“Con todo mi dolor, despido a mi madre, Gina Romand, quien me iluminó la vida siempre, ahora ya descansa en Paz iluminando el cielo con su brillo eterno. Te extrañare siempre y te amare por siempre. Descansa tranquila mi rubia de categoría”, se lee en su cuenta.
Días previos a su deceso, la actríz fue internada, por lo que Varela pidió oración para su mamá. Ahora, varios seguidores y personas del espectáculo han expresado sus condolencias a la familia de Gina.
La actriz, nacida el 15 de febrero de 1938 en La Habana, Cuba, fue conocida como “La rubia de categoría” y conquistó la pantalla grande de México por su talento y belleza.
Comenzó su carrera como vedette dentro de su tierra natal en el famoso centro nocturno “Tropicana”, y fue hasta la década de 1950 cuando llegó a México e inició una reconocida carrera en el cine mexicano.
Su primera película fue Yo soy muy macho (1953), junto a Antonio Aguilar y Silvia Pinal. También participó en varias cintas de suspenso y acción como La mano que aprietas , de 1967, o en telenovelas como El amor no es como lo pintan, Perla o Maximiliano y Carlota.
Comenzó en el mundo del espectáculo en Cuba, como vedette estelar Luego bailó en Las Vegas, Nevada en el espectáculo “La Parisien” del Casino de París. Se radicó en México a principios de la década del 50 trabajando en el cine, donde filmó alrededor de 78 películas, en el teatro y la televisión.
Algunos de los proyectos icónicos por los que se recuerda a la cubana son las cintas de La venganza de las mujeres vampiro , Neutrón contra el criminal sádico y Santo contra la hija de Frankenstein,donde fue la Dr. Freda Frankenstein, además de Gavilán o Paloma (1985), por la que fue galardonada con el Premio Ariel de 1986.