Con una misa en el poblado de Cerocahui, municipio de Urique, fueron despedidos los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, quienes murieron a manos de un integrante del crimen organizado.
El funeral de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar inició con una misa de cuerpo presente ayer sábado 25 de junio en el templo del Sagrado Corazón de Jesús en la ciudad de Chihuahua, al mediodía.
Después de la misa, sus cuerpos fueron trasladados a la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique, en un viaje de aproximadamente 400 kilómetros.
El Padre Gallo y el Padre Mora fueron en la Sierra Tarahumara, sitio al que consagraron casi treinta años de vida para atender a la comunidad rarámuri y justo en esa zona de la Sierra Madre Occidental, serán enterrados el lunes por la mañana.
El regreso de los cuerpos a Cerocahui está cargada de simbolismo debido a que el presunto asesino sustrajo los cadáveres de ambos sacerdotes y el de un guía de turistas, lo que aumentó la indignación entre la sociedad de todo el país. La comunidad jesuita levantó la voz sobre este suceso y dijo que en México los criminales se sienten dueños no solo de las vidas de sus víctimas, sino también de sus cuerpos.
Ante los reclamos generalizados, las autoridades finalmente localizaron el miércoles 22 los cuerpos de dos sacerdotes jesuitas y el guía turístico, Pedro Palma.
“Hemos logrado localizar y recuperar (…) los cuerpos de los sacerdotes jesuitas Javier Campos, Joaquín Mora y del guía de turistas Pedro Palma”, dijo la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, en un video compartido en redes sociales.
La identidad de las víctimas fue confirmada por expertos forenses y posteriormente miembros de la comunidad religiosa identificaron los cuerpos, lo que permitió programar para este sábado el inicio de los funerales, que tomarán tres días hasta su entierro en la Sierra Tarahumara.