La NASA lanzará el próximo lunes 27 de junio un nuevo nanosatélite CubeSat para probar la órbita lunar elíptica donde se pretende colocar la próxima estación orbital llamada Gateway que alojará a la futura tripulación del programa Artemis.
El satélite, de casi 25 kilogramos y de tamaño similar a un horno de microondas, forma parte de la misión llamada Experimento de Navegación y Operaciones de Tecnología del Sistema de Posicionamiento Autónomo Cislunar (CAPSTONE, por sus siglas en inglés).
El lanzamiento del pequeño vehículo espacial se realizará a las 10:00 (UTC) mediante un cohete Electron de la empresa Rocket Lab desde la plataforma de despegue de la compañía, ubicada en la península de Mahia en Nueva Zelanda, y será transmitido en línea por la NASA.
Al sexto día de su partida, el Cubesat será liberado del bus satelital Photon de Rocket Lab y posteriormente utilizará el sistema de propulsión para llevar a cabo su viaje a la órbita de halo casi rectilínea (NHRO) que durará cuatro meses.
La órbita de CAPSTONE lo situará a 1.609 kilómetros de un polo lunar en su paso más cercano y a 70.006 kilómetros del otro extremo cada siete días, lo que garantizará la eficiencia energética para los aparatos espaciales que vuelan hacia y desde la superficie lunar, porque se requiere menos propulsión que en otras órbitas circulares.
Los científicos de la NASA prevén que el CAPSTONE ayudará a minimizar el riesgo para las próximas naves espaciales mediante la validación de tecnologías innovadoras de comunicación, así como la verificación de la dinámica de la NHRO por al menos seis meses. Además, quieren comprobar que en esta órbita se requiere menos combustible para las naves espaciales. El proyecto “demostrará también la innovadora tecnología de navegación entre naves y capacidades de alcance unidireccional”, lo que podría contribuir a que las futuras naves tengan una “necesidad reducida” de comunicarse con la Tierra, mientras vuelan cerca de la Luna.
Para ello, la sonda espacial Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) lanzada en junio de 2009 servirá como punto de referencia para CAPSTONE. Ambas naves se comunicarán directamente la una con la otra, permitiendo a los investigadores medir la distancia entre ellas y determinar la posición de CAPSTONE. Este intercambio de datos ayudará a probar el ‘software’ autonómico del satélite. Si funciona correctamente, podría ser usado para futuras naves con el fin de conocer su ubicación sin depender del rastreo desde la Tierra.