“La persona que nunca abandonó a la resistencia en Palestina y Líbano, ni traicionó a los aliados que le apoyaron, no puede ser la misma persona que renuncie a su propio pueblo o traicione a su ejército y a la nación a la que pertenece”, reflexiona Al Assad.
Y explica que “durante los últimos acontecimientos no me planteé ni una sola vez la posibilidad de renunciar o solicitar asilo político ni recibí ninguna propuesta al respecto de ninguna parte o individuo. El único plan de acción era seguir luchando contra la matanza terrorista”.
Asegura que “a medida que las fuerzas terroristas se infiltraban en Damasco me trasladé a Latakia, en coordinación con nuestros aliados rusos, para supervisar las operaciones de combate”, pero al llegar aeródomo de Hmeimin la mañana del 8 de diciembre “quedó claro que nuestras fuerzas se habían retirado completamente de todos los frentes de batalla y que la última posición del ejército había caído”.
Señala que, sin opciones viables para salir de ahí, “Moscú ordenó a la comandancia de la base mi inmediata evacuación a Rusia en la tarde del domingo, 8 de diciembre”, un día después de la caída de Damasco.