Para Putin, el “régimen neonazi” de Kiev rechaza negociar y, en todo caso, Moscú sólo firmará un eventual tratado de paz con una “autoridad legítima” ucrania que acepte “iniciar conversaciones a partir del borrador de los acuerdos de Estambul (marzo de 2022) y las “realidades sobre el terreno” (la anexión de cuatro regiones ucranias, entre otras).
El titular el Kremlin declaró lo anterior, al ejercer de protagonista de “Balance de 2024 con Vladimir Putin”, una suerte de show anual trasmitido por la televisión rusa en cadena nacional, en su edición número 21.
En esta mezcla de rueda de prensa con periodistas de medios de la provincia rusa, casi todos, con mensajes por correo electrónico y llamadas telefónicas de la población sobre inquietudes comunes (inflación, hipotecas, salud pública, etc.) o necesidades específicas de su localidad seleccionadas con antelación, programa de televisión que duró cuatro horas y media, Putin dejó abierta la puerta para encontrarse, cara a cara, con Trump y dijo que, a diferencia de lo que piensa el corresponsal estadunidense de CBS News que formuló la pregunta, no llegará a esa eventual reunión “debilitado”.
Al respecto de nuevo tuvo palabras de elogio sobre su misil hipersónico balístico Oreshnik (Avellano) en fase experimental y, en respuesta a la opinión que circula en la sede de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) de que es un arma modernizada de un cohete soviético obsoleto que sí se puede interceptar, propuso llevar a cabo un peculiar experimento: que Estados Unidos y sus aliados escojan un blanco en Kiev, así como el día y la hora, y que intenten interceptar el lanzamiento de un Oreshnik. “Creo que no lo van a hacer”, añadió.
El jefe del Ejecutivo ruso tampoco aclaró qué concesiones está dispuesta a hacer Rusia para llegar a un acuerdo con Ucrania y se limitó a recordar que “la política es el arte del compromiso”, siempre y cuando la otra parte (Ucrania, en este caso) tenga esa voluntad.
Subrayó que Moscú “no pone condiciones previas” para negociar con Ucrania, pero que ésta tiene que aceptar lo que él llama las “realidades sobre el terreno”, es decir, renunciar a las cuatro regiones anexionadas por Rusia y retirar sus tropas del territorio que aún no ocupa en Donietsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, así como renunciar a su ingreso a la OTAN, reducir su ejército y adoptar leyes que favorezcan a la minoría de origen ruso, entre otras exigencias.
Para Putin, en este momento, la única autoridad legítima en Ucrania es la Rada Suprema (Parlamento) y el presidente de la misma (en este momento, Ruslan Stefanchuk), con quien podría sentarse a negociar.
Señaló que nada tiene que hablar con un “gobernante ilegítimo”, en el sentido de que concluyó el periodo presidencial de Volodymir Zelensky y éste no convocó elecciones (el mandatario ucranio alegó que no se pueden celebrar comicios en tiempos de guerra, igual que por el mismo motivo no hubo elecciones en Kursk y otras regiones fronterizas rusas).
No descartó tener como interlocutor a Zelensky, en caso de que éste dé marcha atrás y anule su decreto que prohíbe entablar conversaciones con él, convoque comicios presidenciales y los gané. No cree que Zelensky “vaya a pedir asilo político en Rusia”, aunque “se lo daría, como a todo el que lo pida por razones humanitarias” y consideró que “es más probable que sea acogido en un país cuyos intereses sirve ahora”.
Putin está convencido de que es inevitable la victoria en la guerra que libra contra Ucrania, pero “no puede ni quiere” adelantar una fecha porque “los combates son complicados y eso dificulta hacer pronósticos”.
Tampoco está en condiciones de decir cuándo podrán expulsar de Kursk a las tropas ucranias que ocupan una parte de esa región rusa. Incluso se mostró sorprendido por la queja de una mujer cuyo marido está combatiendo en Kursk y le pagan 41 mil rublos al mes y no los 240 mil que reciben los que están en otros frentes, debido a que los mandos militares dicen que Kursk “es una simple operación antiterrorista” y no forma parte de la “operación militar especial”. Reconoció no tener ni idea de eso y prometió resolver lo que calificó de arbitrariedad cuanto antes.
Al referirse a Siria, tras indicar que piensa hacerlo pero aún no ha visto al derrocado presidente Bashar Al Assad, a quien le concedió asilo político, junto con los miembros de su familia, Putin consideró que, en general, “Rusia cumplió sus objetivos” en el país árabe, en el sentido de que no quería se formará ahí un califato islámico. “Lo logramos y los grupos que combatían contra el régimen de Al Assad también evolucionaron”, dando a entender que las nuevas autoridades deben ser retiradas de la relación de organización terroristas del gobierno ruso.
Dedicó la mayor parte de su respuesta a explicar por qué cayó el régimen de su antiguo protegido. Contó que “350 militantes de la oposición” tomaron la ciudad de Alepo, mientras 30 mil soldados del ejército gubernamental y de las unidades pro iraníes abandonaron el lugar sin luchar. Es más: a petición de Teherán, Rusia evacuó desde su base aérea de Hmeimin a 4 mil combatientes iraníes.
Por ahora, admitió Putin, no es claro si Rusia podrá mantener el aeródromo de Hmeimim y la base naval de Tartús, pero ofreció a las nuevas autoridades sirias esas instalaciones para recibir “ayuda humanitaria” para Damasco.
Señaló a Israel como “principal beneficiario” del colapso de Al Assad en Siria, insistió en que Rusia se opone a “la ocupación de suelo sirio” por parte israelí y subrayó que debe respetarse la “integridad territorial” del país árabe.
Putin se refirió por primera vez al reciente asesinato del general Igor Kirilov en Moscú: calificó el atentado con bomba de “acto terrorista” del “régimen neonazi” de Kiev, que “puso en peligro la vida de muchas personas”, y reconoció que los servicios secretos rusos fallaron en prevenirlo.
El presidente ruso consideró, a modo de conclusión, que cuando asumió el poder hace 24 años pudo salvar a Rusia, que “se encontraba al borde del abismo, a punto de perder su soberanía y sin ésta Rusia no puede existir como Estado independiente que toma decisiones en su interés y no en el de otros países que querían someterla, dándole palmaditas en la espalda para atraerla y usarla en su beneficio”.
Preguntado sobre cómo le afecta en lo personal la “operación militar especial”, Putin admitió: “Cuento menos chistes y casi dejé de reír”.