La peste negra, causada por la bacteria ‘Yersinia pestis’, es considerada una de las pandemias más mortales en la historia. Causó la muerte, según las estimaciones, de más del 50 % de los habitantes de las áreas más pobladas de Europa, Asia y África hace casi 700 años. Sin embargo, los genes que dieron forma al sistema inmunológico de los sobrevivientes, hoy podrían estar relacionados con la predisposición a enfermedades autoinmunes, de acuerdo a la Universidad McMaster.
Para identificar las diferencias genéticas puntuales entre los supervivientes y las víctimas de la pandemia, así como la forma en la que este evento marcó la evolución del sistema inmunológico, un equipo internacional de investigadores analizó 500 muestras de ADN del siglo XIV, extraídas de víctimas de la peste enterradas en una fosa común londinense entre 1348 y 1349, así como de personas que murieron antes de la llegada de la enfermedad y de los supervivientes.
En particular, los científicos buscaron signos de adaptación genética relacionados con la enfermedad en la población de Londres, concentrándose en una “ventana de 100 años antes, durante y después de la peste negra, que llegó a [la capital británica] a mediados de la década de 1300”. Tras analizar las muestras, descubrieron cuatro genes asociados a la respuesta inmunitaria a la bacteria ‘Yersinia pestis’.
De acuerdo a sus resultados, publicados este miércoles en Nature, los individuos con dos copias idénticas del gen ‘ERAP2’ tenían entre un 40 % y un 50 % más de probabilidades de sobrevivir que los que no lo tenían, por lo que esta característica se transmitió de generación en generación, disminuyendo la tasa de mortandad de las oleadas de peste bubónica, que se repetirían en los siglos siguientes.
A medida que esta fue cada vez menos devastadora, los alelos que brindaron protección contra la ‘muerte negra’ continuaron evolucionando. Sin embargo, algunas de sus variantes actuales están asociadas a una mayor susceptibilidad a la enfermedad de Cohn y a la artritis reumatoide, en las que el sistema inmunitario ataca al propio cuerpo por error, destruyendo el tejido sano del tracto digestivo y de las articulaciones, respectivamente.
Estos resultados, señalan los investigadores, proporcionan pruebas empíricas de una asociación entre las enfermedades autoinmunes y la adaptación como especie a una enfermedad infecciosa que exterminó a gran parte de la población.
“La ventaja selectiva asociada a los ‘loci’ seleccionados es una de las más fuertes que se han registrado en humanos, lo que demuestra que un solo patógeno puede tener un impacto muy fuerte en la evolución del sistema inmunológico” y, por lo tanto, de la humanidad, apuntó Luis Barreiro, coautor de la publicación.