PERSONAL DE SALUD,ATRAPADO POR EL CRIMEN ORGANIZADO,,HUYEN DE LA INSEGURIDAD

En zonas del país donde impera la violencia, como Zacatecas, Guerrero o Tamaulipas, los profesionales son obligados a atender a integrantes de grupos delincuenciales, lo que provoca que exista escasez de doctores.

En México, los médicos y otros trabajadores de la salud cada vez más se ven  atrapados por la violencia, a medida que las organizaciones criminales se adueñan del territorio, lo que crea una escasez de médicos en las zonas donde los riesgos son más pronunciados.

Así lo afirmó The New York Times, al recopilar historias de médicos que se han visto amenazados por el crimen para atender a integrantes de grupos delincuenciales.

Un ejemplo es el doctor Espinoza, médico general de una zona rural de Chihuahua, estaba en su casa hace poco cuando un hombre armado se presentó en su puerta. El pistolero le dijo que un miembro de una banda había sido gravemente herido en un tiroteo y que necesitaba ayuda de inmediato.

No era la primera vez que recibía la orden, a punta de pistola, de prestar atención médica. No hay opción. Así que fue a la casa del herido.

“Te levantan y tienes que ir”, dijo Espinoza al diario, quien pidió que se reservara su nombre completo por temor a represalias. “Ya que llega un grupo armado por ti, sabes que no es para cosa buena”.

En Tamaulipas, los médicos son secuestrados para que atiendan a los miembros de las bandas heridos en combate. En Guerrero, los grupos criminales cobran a las clínicas una cuota mensual de extorsión. Y en Zacatecas, personal médico fue asesinado por trasladar a miembros de bandas enemigas a un hospital, según los trabajadores de la salud.

Razones. Debido a los bajos salarios, muchos médicos de las áreas metropolitanas ven pocos incentivos para arriesgar sus vidas al ejercer en regiones inseguras.

La situación se ha vuelto tan grave y la falta de trabajadores de la salud es tan significativa en algunas partes del país, que el gobierno federal ha anunciado que va a reclutar 500 médicos cubanos para ayudar a suplir los vacíos en las comunidades más pobres.

“Al médico que egresa le da miedo, le da temor ir a ejercer en áreas rurales”, dijo José Luis Pérez Ávalos, director de estudios médicos de la Universidad Autónoma Metropolitana, “porque la delincuencia ha permeado en todos lados.”

El doctor Espinoza dijo que cuando llegó a la casa del miembro del cártel herido, encontró al hombre sangrando abundantemente por una herida de bala en el brazo. Después de que logró detener la hemorragia, el médico pudo regresar a su casa.

El aumento de las vacantes de médicos y enfermeros en las zonas rurales a causa de la creciente violencia ha provocado una falta de acceso a la atención a la salud en algunas de las zonas más pobres del país.

Hay unas 50 mil vacantes para personal médico en México, muchas de ellas en regiones empobrecidas, dijo recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque los expertos dicen que el número real podría ser mucho mayor.

La creciente inseguridad, junto con los bajos salarios, ha hecho que médicos y otros trabajadores de la salud abandonen sus puestos de trabajo, dejando vacantes en clínicas desde los estados norteños de Tamaulipas y Chihuahua hasta los estados sureños de Chiapas y Oaxaca, según los expertos en salud.

El anuncio sobre los doctores cubanos provocó la indignación de muchos médicos mexicanos, que afirmaron que el problema no era la falta de profesionales o la falta de voluntad para trabajar en las comunidades rurales, sino las condiciones de riesgo para la vida en las que deben trabajar.

“Es una cuestión ideológica y política”, dijo Germán Fajardo Dolci, director de la facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sobre la medida de reclutar médicos cubanos. “No es una cuestión técnica ni científica ni racional, digamos del punto de vista de operación de un sistema de salud.”

Agregó que la seguridad personal es la principal preocupación de muchos médicos.

En julio del año pasado, un médico fue asesinado a machetazos frente a su casa en el estado de Puebla, según las noticias locales. En enero, otro fue asesinado a tiros en el estado de Chiapas, durante un robo a mano armada. Y, en abril, unos pistoleros mataron a tiros a un médico en el estado de Coahuila, mientras operaba a un paciente, según informes locales.

La violencia también ha dificultado la vida de los residentes, según los expertos en cuidado a la salud.

En la comunidad de Guajes de Ayala, en la montaña de Guerrero, la violencia expulsó a una persona que trabajaba como enfermera, dejando a la clínica de salud sin personal médico para atender a casi mil 600 habitantes.

Una vecina, Andrea Arrollo, de 34 años, estaba embarazada de tres meses a finales del año pasado, cuando empezó a sangrar, tuvo fiebre y sintió un terrible dolor en el útero. Una banda criminal había bloqueado la carretera a la siguiente clínica más cercana, a seis horas de distancia, por lo que ella recurrió a remedios caseros.

Después de una semana de pérdidas de sangre, tomó la única opción que le quedaba: un día de viaje a caballo hasta otra clínica.

Cuando llegó allí, el médico le dijo que no habría vivido si hubiera esperado mucho más tiempo. Pero había perdido el embarazo, como temía.

En general, el país no tiene escasez de médicos. Hay 2.4 médicos por cada mil habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Aun así, el gobierno federal lanzó recientemente un sitio web en el que se enumeran más de 14 mil vacantes en todo el país, muchos de ellos en zonas que sufren violencia.

Además de hacer frente a la violencia en las zonas rurales, los expertos en atención a la salud afirman que el gobierno debe aumentar los salarios y garantizar que los hospitales y las clínicas dispongan de los suministros básicos. Fajardo Dolci dijo que los puestos en las zonas rurales suelen ser contratos temporales y mal pagados.

A pesar de los peligros, algunos médicos, como el doctor Espinoza, que creció en Chihuahua, están decididos a quedarse. “Es mucho el riesgo”, dijo, pero “amo mi profesión”.

Adonai Esparza, de 28 años, ayudante de cirujano en una clínica de Michoacán, estaba trabajando el año pasado cuando un jefe de una banda local llegó una noche, rodeado de guardias armados.

El hombre había recibido cuatro disparos en el estómago y se encontraba en estado grave.

Sus guardaespaldas hicieron una dura advertencia al cirujano y a Esparza: sálvenlo o morirán.

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